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SUPLICA A MARÍA

SUPLICA A MARÍA

¡María, dulcísima Madre mia!

Espero de sentirte cada día cerca,
pero estoy sin un verdadero sentimiento.

Quiero, y digo ésto porque, ser digno de tanto
me hace pensar a mi pecar.

Quisiera, Madre, apoyar mi cabeza en tus pechos,
pero se me escapa el tiempo para hacerlo,
soy pecador y veo y siento
cuando la espada del dolor Te perfora el corazón.

Son mis fallas, María, mis mentiras,
los valores que yo pisoteo,
gestos de ofensa al hermano
y ser indigno de llamarme hombre.

Por el camino, no siento que Tú, cerca de mi,
me dices de no ir,
detengo el paso, cuando el invito
me querría a rezar bajo tu altar.

Eres para mi: amiga, y hermana,
eres lo que en el mundo se busca
y cuando lo tienes nadie toma con seriedad
el camino para hacerse digno de Ti.

O María, purisima Madre, escucha,
lo digo despacio porque mi corazón sabe de faltar
por la verguenza de decir al mundo que Te quiero;
lo digo despacio: Te amo.

Haz que yo pueda ser libre, dentro mi corazón,
para decir al mundo que amo Tu Hijo.

Soy así; estoy echo de nada y nada tengo conmigo,
solamente el deseo de tener algo que me haga pedir.

Si puedo, María, si me das una mano,
quisiera acostarme cerca de Ti,
i luego, despacito, hacer en manera que
en una oración sufrida
pueda tener Tu afecto de Madre
y apoyar mi cabeza en tu pecho.

Me quiero enriquecer de luz
y de lo que Dios concede,
porque los hombres, a travez de Ti,
alaben Su Nombre.

¡María! Purisima Madre,
escucha, Te ruego, mi alma.

María, inmaculada y pura.

© Fraternità Maria SS. degli Angeli
    Via Gioele Solari, N° 47 - 00166 Roma