TE INVOCO, MARÍA

Eres bella, María,
en Tu amplio manto  recojes cada decir
y cada busqueda de amor.

¡Oh! Virgen María ¡escucha!

Si ves pasar a mi hijo y si está mal,
si para él se necesita el amor de madre, Te ruego,
quedate cerca y hazte sentir con Tu perfume de rosas.

Estoy casi al terminar de la vida,
y dejo el terrestre pasaje con verdadera tristeza,
pero si Tu, Madre, me ofreces con gozo Tu brazo,
bien venga aquella hora de espera.

¿Recuerdas aquel día de primavera
y yo llevaba lirios y los ofrecía a Tu pureza?

No conocía el sufrir de madre
y no tenía aquel hijo que Te debo confiar

Los caminos del mundo, María,
están llenos de mal ¡y Tu lo sabes!

En aquel pasaje terrenal, Madre purisima,
haz que mi hijo no tenga a sufrir como ha sufrido el Tuyo.

Preservalo de todo mal
y cuando ves que algo lo aleja
de sus sentimientos de paz, llama Tu Hijo:
que Él, junto a Su Padre al lado,
detenga el osar del enemigo infame.

Soy solamente su Madre,
y me dirijo a Ti que eres la Madre de todos,
y los verdaderos pensamientos son para toda la humanidad, como si fuera Tu familia.  

Con Tu Hijo, el Elegido de el Alto,
contigo, María, quiero quedar,
y si ésta agonía me lleva a comprender la luz del mundo,
yo estoy serena para el futuro encuentro.

Dulcisima, María, ¡Te dono el corazón y el alma mia!

Te ruego, vela sobre toda mi familia.

¡Alabanza y Gloria!

¡Paz! La paz del Señor.

 Una ode por los transcurridos pensamientos a María, Santa y Bendita, hechos en éste día para interceder del Hijo un signo de paz.